La consigna de escritura de hoy está sacada del libro Saca al escritor que llevas dentro. Su autora es Iria López Teijeiro, promotora del proyecto Literautas.
Su premisa es que imagines una puerta cerrada con todo lujo de detalles, y que después sitúes al personaje que tú elijas en la escena, a punto de abrirla y ver qué o quién hay al otro lado. Ese sería el inicio de tu historia.
La magia de este disparador creativo es que las puertas pueden esconder secretos y conducirnos a lugares insospechados. Es lo que ocurre, por ejemplo, en El libro de los portales, novela de Laura Gallego.
Además, cada puerta es diferente. Varían en color, en tamaño, en forma, en función… Desde una gatera hasta la entrada a un castillo, todas ellas responden a la misma categoría semántica.
Por eso, te propongo que para hacer el ejercicio elabores una lista de 25 tipos de puertas. Hazlo sin pensar demasiado, deja que vayan fluyendo las ideas. Si puedes extenderla hasta 50, estupendo, y, si te sientes en racha, intenta llegar hasta 100. Por si te inspira, te enumero diez de las que se me han ocurrido:
1. Puerta de nevera roja, estilo años 50.
2. Puerta de cocina, de las que tienen vidriera.
3. Puerta en miniatura, como las de las casitas que dibujan los niños.
4. Puerta que emula ser una estantería pero que en realidad es una entrada a un lugar secreto.
5. Puerta de cajero automático.
6. Puerta enrejada de colegio que los alumnos no quieren traspasar.
7. Puerta de iglesia, antigua y difícil de empujar.
8. Puerta de avión, que solo se abre cuando los pasajeros llegan a su destino.
9. Puerta dimensional que te traslada a universos estambóticos.
10. Puerta giratoria de hotel de lujo.
Como puedes ver, he definido las puertas con bastante precisión. No me he limitado a redactar «puerta de nevera», sino que he especificado que es roja, estilo años 50.
Estos detalles pueden ayudarte a visualizar mejor el objeto descrito, ya que lo vuelven más evocador: resulta más sencillo desarrollar una historia en torno a una puerta concreta que trabajar con una idea abstracta.
Una vez creada la lista de las 25, 50 o 100 puertas, seguro que al menos una o dos de tus ideas te sugieren un personaje, una localización, una escena o, incluso, el desarrollo de un relato.
Si es así, te sugiero que, ya sea en un cuaderno o en el ordenador, escribas durante un mínimo de 15 minutos todo lo que te venga a la cabeza sobre la historia.
En este primer borrador, trata de emplear la escritura automática: escribe rápido y sin pensar demasiado, como si fueras un espectador de tus palabras y no supieras a dónde se dirigen.
También tienes la posibilidad de realizar una descripción antes de pasar a la narración.
En ese caso, te sugiero que dediques entre 400 y 500 palabras a describir la puerta escogida, su color, su textura, lo que esconde detrás, la gente que la utiliza, su función y otros detalles que se te ocurran. Seguro que, a partir de ahí, la narración surge por sí sola.
¡Espero que disfrutes de esta consigna y que te haya abierto los portones de la imaginación! 🙂