Desde el advenimiento de Ikea y sus muebles desmontables, leer los manuales de instrucciones se ha convertido en un mal necesario, manque nos aburra.
Sin embargo, a modo de chanza, te propongo que describas de forma detallada cómo realizar una acción que no precise de indicaciones previas porque todos sabemos llevarla a cabo sin pensar. Así lo hizo el escritor Julio Cortázar, que nos instruyó en la ardua tarea de subir una escalera.
Si te atreves a relatar todos los pormenores de una acción cotidiana, aquí va una ristra de ideas:
- Instrucciones para prepararse un bocadillo: «Pan con pan, comida de tontos». Algo rico hay que colocar en medio para darle vidilla, saber zamparlo a mordiscos pero sin dejarlo todo perdido de migas y envolverlo bien si se trata de un bocata portátil. ¡Muchas cosas a tener en cuenta en tu manual!
- Instrucciones para imprimir un documento: Parece fácil, pero a las impresoras les van los retos. Tendrás que proporcionar consejos para armarse de paciencia cuando la tinta se acaba o para contener la ira cuando das la orden de cancelar el documento pero el papel sigue manando.
- Instrucciones para cargar una mochila escolar: Hay que meter mucha sapiencia dentro, pero no tanta que exceda el peso del niño y lo vuelque. ¿Qué más ha de saber el usuario novato? ¡Ilumínanos!
- Instrucciones para ser vago: Tiene ciencia, no te pienses. Transportar la ropa de la cama a la silla, mezclar lo sucio y lo limpio, lucir con arte las arrugas de las camisas, dejarlo todo para el mes que viene… Los aspirantes a vagos están a la espera del protocolo a seguir.
- Instrucciones para subir en el ascensor con el vecino: No pasará la prueba quien no sepa hablar del tiempo, quien no evite el contacto visual o quien tenga un alerón cantante. ¿Qué más instrucciones hacen falta?
¡En tus sabias manos lo dejo! 🙂