Me encantan los cuadernos. Es un vicio al que no me resisto, y a menudo les invento usos rocambolescos con tal de comprármelos, aunque luego, llevada por el caos y la entropía, los utilice cada día para algo distinto.
Por eso, cuando descubrí A Writer’s Notebook, de Ralph Fletcher, sentí una inmediata corriente de simpatía hacia el autor. Alguien que ama escribir a mano tiene muchas papeletas para ser una persona de bien. 😛
En su libro explica cómo los escritores, además de vivir la realidad, reaccionan ante ella, la conciben como una fuente de inspiración, y no se resisten a plasmar sus observaciones en el papel. Estas pueden ser de muchos tipos, pero a continuación te traigo las 10 categorías que él enumera:
Hechos o historias que te emocionan, sorprenden o afectan de algún modo
Hay personas que se sienten eufóricas en mitad de un festival de rock o que contemplan un cuadro en actitud compungida pero puede que a ti ambas situaciones te dejen indiferente. Cada persona es un mundo y precisamente por eso es bueno que prestes atención a aquellos temas que te remueven por dentro y a la razón particular por la que lo hacen.
Preguntas que despiertan tu curiosidad
¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Cuánto tiempo tiene que estar cociéndose un huevo en el cazo? ¿Qué pasaría si el cielo fuese verde y la hierba azul? ¿Cuántas hormigas hay trabajando a la vez en un hormiguero? Las preguntas nos activan, nos convierten en exploradores de una vida llena de interrogantes grandes y pequeños. ¿Qué te preguntas tú?
Detalles, detalles everywhere
¡Ay, los detalles! Prestarles atención es como ver la vida en alta definición, y te permite darte cuenta de que hay tanto entretenimiento en una tarde en la playa como en las filigranas de una taza de café. Todo depende del observador, como diría Heisenberg con su principio de incertidumbre. Además, los detalles son evocadores: ese abrigo al rojo al que le faltaba un botón, esa estantería que parecía verde cuando le daba el sol… Ser preciso te permite imaginar con mayor nitidez.
Semillas de ideas
En un cuaderno también se pueden guardar ideas para historias, o elementos aleatorios que pudieran dar lugar a las mismas. Por ejemplo, imagínate que ves una nube con forma de llave. Es una imagen al azar, pero puede dar lugar a un cuento sobre un grupo de nubes que adoptan formas distintas para transmitirle un mensaje en clave al protagonista, o sobre una nube que sin querer resuelve un misterio. ¡Tú guarda la idea y tu creatividad pondrá el resto cuando toque!
Fotografías mentales
Es un poco lo mismo que prestar atención al detalle, pero más sensorial si cabe. A veces hay escenas que te gustaría grabar con los cinco sentidos. Por eso está bien poder apuntar unas pocas palabras clave que luego te permitan desarrollar lo experimentado con más lujo de detalles. Si las quieres enriquecer más todavía, puedes recurrir a los símiles: «eso suena como…», «eso se parece a…». Por ejemplo, podrías escribir que “sus dedos de los pies parecían un grupo de percebes indefensos” o que “ su voz sonaba como un Pikachu al que le hubieran pisado la cola”.
Conversaciones
Si te va el cotilleo (y si no también) una gran idea es pescar fragmentos de diálogo en supermercados, cafeterías, cines, el autobús… A veces la gente te sorprende con comentarios de lo más inverosímiles (mientras no te sorprensa espiando…). Esto viene de perlas para la caracterización de personajes.
Listas
Sé que hay gente que es muy fan de esta modalidad, y no solo los creadores de catálogos. Los hay que enumeran sus lecturas y películas favoritas, lo que tienen que comprar en el súper… Lo bueno de las listas es que gracias a ellas puedes acceder a lugares olvidados de tu memoria. Por ejemplo, si te pido que recuerdes 25 juguetes que te entretenían en la infancia es probable que te venga a la mente alguno del que no te acordabas desde hace años. Al final, las listas encarrilan las ideas, las obligan a concentrarse en cierto punto como si fueran moléculas de aire comprimidas por una jeringuilla.
Recuerdos
La memoria guarda cajas y cajas en su trastero, y no viene mal abrirlas de vez en cuando para ver lo que esconden, ni es mala idea escribir sobre ello después.
Diario personal o cartas
Tus pensamientos también pueden ir en este cuaderno, si te apetece. ¿Y quién dijo que todas las cartas han de ser mandadas, o que hay que escribir a destinatarios reales? Sea como desahogo o como forma de escarbar en tu mollera en busca de ideas inspiradoras, te recomiendo darle una oportunidad a este apartado. 🙂 ¡Nunca se sabe cuándo se habrá de convertir en material literario!
Palabras escritas por otros
Frases de grandes pensadores, fragmentos de novelas, de cuentos, de poemas, de canciones, de películas… Todo eso puede ir incorporado a tu cuaderno y enriquecerlo. Será un buen contrapunto de tus propias anotaciones, como si distintas voces estuvieran hablando sobre el papel.
¿Qué te han parecido estas 10 maneras de llenar un cuaderno de escritor o escritora? En el artículo del próximo domingo te contaré qué hacer con ellas una vez están escritas.
¡Feliz palabreo!
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...