Ayer leí este artículo del artista Danny Gregory, autor de The Creative License, en el que reivindica nuestro derecho a pintar y dibujar como cuando éramos niños, por el puro placer de hacerlo, sin planear con antelación la obra que queremos crear ni anticipar un resultado determinado.
Gregory transmite muy bien la sensación de libertad que produce jugar por jugar, como diría Sabina, y la creatividad visceral que se general a partir de ella. ¿Quién no ha disfrutado haciendo garabatos con un pincel, o emborronando el papel con ceras de colores?
Pues bien, esta falta de expectativas, esta forma de crear libre de toda estructura, también se puede aplicar al ámbito de la escritura.
Para mí, se asemeja a la llegada de las vacaciones escolares cuando era niña. ¡Fuera la mochila, las obligaciones, los horarios! ¡Bienvenido el permiso para experimentar, para empezar el cuaderno por la mitad, para desvariar!
Es la hora del juego: puedes escribir lo que se te antoje. Da igual si es un texto inconexo, la lista de la compra de un extraterrestre, el monólogo de un muñeco de juguete, la oda a una lavadora, un lenguaje inventado, las confesiones a tu diario, la narración de lo que has hecho hoy, una receta mágica, tres deseos al genio de la lámpara, un discurso rimbombante para cuando te den el Nobel de Literatura, un cuento sin acabar, una definición inventada o la gramática de un idioma inexistente. La cuestión es improvisar, dar rienda suelta a tu palabritis y dejar que te lleve donde quiera.
¿Con qué fin? Con el de disfrutar, con el de ser tan feliz como cuando te bañas en la playa, te tomas un helado, lees un libro o pasas una tarde riendo con tus amigos. Con el de recuperar esa sensación infantil de estar en el momento presente, gozando de la textura de las palabras.
Si buscas una respuesta más pragmática, también te la puedo dar: con el fin de inspirarte, porque, cuando dejas que tu creatividad fluya por los caudales no habituales, asoman ideas y asociaciones que de otra manera podrían haberse quedado pululando por el limbo de la imaginación sin llegar nunca a la superficie. 🙂
¡Feliz escritura!