Estoy segura de que has escrito un diario alguna vez en tu vida. Era un amigo de papel al que contarle las anécdotas que te habían ocurrido a lo largo del día, tus preocupaciones o tus ilusiones. También era un lugar donde verter cotilleos y secretos, donde expresar en libertad tus filias y tus fobias.
Cuando terminabas de volcar tus pensamientos en él, te sentías mejor. Escribir, al fin y al cabo, es una forma de terapia. Además, desarrollar tus problemas en un folio te obliga a reflexionar sobre ellos y te permite vislumbrar soluciones que, de otro modo, se perderían en el enjambre de ideas de tu mente.
Hoy te propongo una consigna de escritura inspirada en el Diario para el aprendiz de escritor, de la autora Susie Morgenstern. Este libro contiene una propuesta para cada día del año, muchas de ellas basadas en la vida cotidiana. Además, viene acompañado de las cómicas y entrañables ilustraciones de Theresa Bronn, protagonizadas por un gracioso taco de folios que aspira a ser novela y que va creciendo a medida que el calendario avanza. En principio, se trata de una obra dirigida a los más jóvenes, pero creo que podrás sacar partido de sus disparadores creativos tengas la edad que tengas.
El gracioso protagonista de «Diario para el aprendiz de escritor»
La propuesta que te traigo hoy dice así: Escribe una carta a uno de tus antepasados, a quien no has llegado a conocer, pero del que a menudo oyes hablar. Cuéntale quién eres y por qué te hubiese gustado llegar a conocerle. ¿A que ya estás buceando en tu árbol genealógico mental? ¿Has encontrado a ese antecesor o antecesora con quien te gustaría comunicarte?
Te sugiero que te plantees la actividad de la siguiente manera: dedícale un máximo de 20 minutos y escribe sin parar, soltando todo lo que se te vaya ocurriendo. Ya tendrás tiempo para pulir tus ideas en la revisión. Además, te propongo que, si no te ha venido ningún antepasado a la cabeza, te lo inventes: ¿no te habría encantado descender de Shakespeare, de Sócrates o de Juana de Arco? O, sumergiéndonos aún más en el terreno fantasioso, ¿te imaginas que la Alicia de Lewis Carroll fuera tu bisabuela? Deja que tus palabras vuelen, seguro que te llevan por terrenos inesperados.
Si no te animas a escribir sin brújula, las siguientes preguntas pueden ser útiles para orientar tu escritura. Puedes usarlas para hacer un bombardeo de ideas o para saber cómo continuar a medida que vas escribiendo tu carta:
– ¿Cómo se llama tu antepasado?
– ¿Dónde vivía?
– ¿Cuáles eran sus costumbres, y su carácter?
– ¿Qué dicen de él tus padres y tus abuelos?
– ¿Has encontrado información sobre él en alguna parte (periódicos, revistas…)?