Te acabas de comprar un cuaderno después de pasarte media hora en la papelería de turno intentando conciliar lo bueno, lo bonito y lo barato. Al final te decantas por uno de tapa dura y hojas sedosas, y no ves el momento de estrenarlo.
Te plantas ante el ordenador y abres el procesador de textos. Escoges un tipo de letra diferente, por variar un poco. Quieres pasarte horas escribiendo, como los grandes autores…
Pero no tienes idea de qué escribir, y eso te hace desistir.
¿Por qué nos pasa esto? ¿Por qué no encontramos el modo de que las ganas y la inspiración lleguen a la misma hora a su cita?