¿Recuerdas que hace un mes te invité a sumarte al reto de Story a Day? Su objetivo era que los participantes intentáramos escribir un relato al día durante el mes de mayo, ¡y puede decir que lo he conseguido! 😀
Antes de contarte cuáles han sido las claves para mantener el interés en esta meta, me gustaría ponerte en antecedentes: hasta ahora había terminado muy pocas historias. Muchas se quedaban a medias en un cuaderno, esperando a que llegaran tiempos mejores, y otras no pasaban de la fase germinal, del mero esquema.
Otras veces, empezaba a hacer un bombardeo de ideas a partir de un disparador creativo pero me aburría en mitad del proceso porque las consignas con las que trabajaba o no me motivaban o me resultaban demasiado restrictivas. Tardé en darme cuenta de qué tipo de propuestas de escritura me funcionaban mejor.
Story a Day fue una manera de salir de ese atasco y de ayudarme a ser más prolífica. Quería que las ideas fluyeran y que los cuadernos que tanto me gusta comprar se llenaran de letras.

Lo primero que me convenció de que el reto merecía la pena fue la buena organización de su página web, su carácter gratuito y el tono amigable de Julie Duffy, su autora.
También me agradó mucho que, a finales de abril, Julie pusiera a nuestra disposición un cuadernillo en el que reflexionar sobre nuestros puntos fuertes y débiles, así como acerca de las dificultades que encontraríamos por el camino y lo que haríamos para solventarlas.
Así pues, cuando llegó el 1 de mayo sentí una mezcla de miedo y de ilusión: ¿sería capaz? ¿Seguiría con ganas pasada una semana? ¿Y al cabo de una quincena?
Como apoyo tenía los disparadores creativos que se publicaban a diario en la página web, a menudo acompañados de sugerencias de escritores de renombre, y a día de hoy puedo afirmar que ha sido gracias a ellos que siempre he tenido ideas interesantes.
¿Su secreto? La propia autora lo define (traduzco del inglés):
Mis propuestas son deliberadamente imprecisas. […] En lugar de decirte qué historia contar, mis consignas están diseñadas para proporcionarte una forma específica de pensar sobre las cosas que te importan, una manera de moldear esas ideas para transformarlas en historias.
Otro de los aspectos que me han animado a escribir todos los días es que mis relatos no tenían que quedar perfectos. Mi única obligación era terminar un primer borrador y no pasaba nada si quedaba chapucero o necesitado de remiendos, porque ya iba a tener tiempo de editarlo más adelante.
¿Y sabes que he descubierto a raíz de esta práctica? Que esbozar una idea y convertirla en una historia lleva mucho menos tiempo de lo que pensaba. Con 5-10 minutos para dar con la chispa y detallarla un poco y entre 20 y 40 minutos para desarrollarla puede bastar para un relato de entre 500 y 1000 palabras. ¡Ha sido todo un hallazgo!
En conclusión, te animo a que te animes a probar este reto, aunque sea fuera de plazo y al ritmo que más te convenga.
P.D.: Y tú, ¿sueles escribir o leer relatos cortos? ¿De qué extensión suelen ser? ¿Cuáles son tus temas favoritos? Puedes explayarte debajo, en la sección de comentarios.
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