CONSEJOS DE ESCRITURA

Cómo dar vida a tus historias

Hay historias que te atrapan de una manera especial. No sabes si se trata de los personajes, de los paisajes o de la forma en que están escritas, pero te gustaría colarte entre las páginas del libro y trasladarte a ese ambiente.

Hay otras que, en cambio, te atraen pero te repelen al mismo tiempo, pues el autor ha logrado recrear una atmósfera tortuosa, y aunque no puedes dejar de leer sientes el alivio de no pertenecer a esa realidad.

¿Dónde reside esta magia? ¿Es la cadencia de las frases? ¿Se debe al poder de las descripciones? ¿Son los protagonistas, tan bien definidos que parecen reales? ¿Qué hace que un escritor sea capaz de hacerte ver, oler y sentir sus palabras?

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La respuesta es que él o ella, cuando escribe, sabe volcar todas esas sensaciones en el texto, y tú puedes aprender a hacerlo también. He aquí varios métodos que te pueden ser útiles:

1. Fíjate en el momento presente: ¿qué ves a tu alrededor? ¿cómo es la luz que entra por tu ventana? ¿a qué huele? ¿cómo te sientes en este momento? 

Yo, ahora mismo, oigo el ruido de fondo del ventilador del ordenador, y noto el calor del pelo que me roza los hombros. Al mismo tiempo, veo la luz que se filtra a través de las cortinas, que desaparece en cuanto las nubes tapan un poco el sol. Siento también el silencio gris de la mesa sobre la que tengo apoyados los antebrazos mientras escribo en el teclado negro. 

2. Haz memoria y haz una lista de 5 sensaciones, ya sean placenteras, desagradables o ambas cosas a la vez. Trata de ponerlas en contexto y de utilizar los cinco sentidos, así la imagen será más potente. Te pongo un ejemplo:

Recuerdo el sabor ácido de los helados de limón en las tardes de julio, el calor húmedo de la heladería abarrotada y el bochorno de la calle que pisaba con vestido y sandalias. Me viene también a la mente el disgusto del helado derritiéndose, de los intentos infructuosos de contenerlo con una servilleta de papel y de los dedos pegajosos adheridos a la cucharilla de plástico. 

3. Piensa en un objeto, un lugar, una persona… Lo que quieras. Puede ser algo tan peregrino como un buzón de Correos. ¿Cómo lo has visualizado en tu mente? ¿Qué recuerdos te evoca? ¿Con qué lo relacionas? 

Al pensar en el buzón, he viajado directamente a las aceras grises de mi barrio, al sobre apretado bajo la mano con la dirección escrita con caligrafía infantil, a los sellos en pesetas comprados en un estanco con olor a tabaco, al frío del buzón plantado en la calle, con su abertura oxidada, al vértigo de echar la carta al vacío y saber que ya no dependía de mí que llegara a su destino.

4. Escucha una canción que te guste y presta atención a la letra. ¿Qué te hace sentir? ¿Qué imágenes te vienen a la cabeza? Intenta describirlas prestando atención a lo que se ve, lo que se oye… Si quieres, puedes dibujarlo.

Cuando escucho Ojalá que llueva café, de Juan Luis Guerra, lo primero que siento es una explosión de alegría que me va del estómago a los brazos. Además, noto un montón de lluvia desparramándose sobre un suelo árido, un paisaje de colores marrones y naranjas. Huele a tormenta de verano, y veo granos de café gigantes cayendo del cielo. Al mismo tiempo, recuerdo las primeras veces que escuché esta canción con el tocadiscos.

5. Lee un fragmento de uno de tus libros favoritos y, transcurrido un rato (5 ó 10 minutos), piensa en las sensaciones y sentimientos que te ha evocado y en los recursos del autor o autora para lograr ese efecto. No hace falta que sea una descripción concreta de los personajes o del ambiente, puede basarse en percepciones más abstractas:

Hace poco he leído La princesita, de Frances Hodgson Burnett, que me ha llevado hasta Sara Crewe, una niña capaz de hacer frente a las adversidades gracias al poder de su imaginación. La convicción con la que esta protagonista expresa que, si se desea con la suficiente fuerza, lo que su mente representa puede llegar a parecer real hace que como lectora haya sido capaz de percibir lo que ella imagina con una viveza inusitada.

En conclusión, si quieres dar vida a tus historias, llénalas de sensaciones tomadas de tu realidad: de tu forma de ver, oír, tocar, oler, degustar y sentir el mundo. ¡Espero que te hayan servido mis consejos! 🙂

8 comentarios en “Cómo dar vida a tus historias”

      1. Lo he repetido varia veces colocándome en sitios diferentes de mi entorno a lo largo de la tarde y creo que es un ejercicio fantástico. Me he dado cuenta de la variedad de sensaciones que se pueden sentir y por tanto describir. Me va a ser de mucha ayuda. Gracias

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  1. ¡Hola!

    Estupendo aporte. Lo cierto es que leyendo la entrada me ha surgido una pregunta y sería estupendo si pudieras resolverla. Decir por delante que soy un mero aficionado y si mi ignorancia queda en evidencia tras la pregunta agradecería que me sacaras de ella. ¿Es posible que tengamos que medir este tipo de recurso para no romper el «Show and dont tell»? Lo digo porque yo intento hacer textos que despiertan sensaciones por encima de todo, no suelo centrarme tanto en contar una historia u otros aspectos y este punto me resulta de lo más interesante. Yo lo que intento hacer es utilizar incluso de una manera «mecánica» la narrativa, de tal manera que si quiero transmitir urgencia, por ejemplo, puedo emplear frases de lectura fácil y rápida o si quiero que se sienta confundido intento «retorcer» un poco el lenguaje para que sea necesaria más de una lectura para su comprensión. Esto evidentemente solo es posible para algunas sensaciones y no es bueno abusar, por ello me interesan todo este tipo de técnicas con el mismo fin. El vocabulario también me parece muy interesante en este aspecto, despertar algunas emociones como violencia, asco o agresividad puede hacerse sin necesariamente plantear una escena de esa naturaleza pero si con un lenguaje adecuado. ¿Qué opinas? Y perdón por el ladrillo 😛

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  2. ¡Hola, «Un mundo más oscuro»!

    Nada de ladrillo, me encantan los comentarios largos porque tienen jugo y sirven para debatir y conversar. 🙂

    Al hacer el artículo no se me pasó por la cabeza lo de «show, don’t tell» (muestra, no cuentes), pero tienes toda la razón, las sensaciones se pueden expresar de muchas formas: diálogos más o menos ágiles, un vocabulario más barroco o más escueto, más alegre o más tenebroso… Son recursos con los que contamos como autores, no siempre hay por qué transmitir una atmósfera determinada a través de las descripciones.

    Lo importante es ser conscientes de la enorme riqueza las sensaciones que, como escritores, podemos percibir y transmitirle al lector.

    Un abrazo.

    Iraide

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